¿Qué no estamos entendiendo de nuestros hijos e hijas?
Los derechos de los niños y niñas están siendo vulnerados a diario en todo el mundo, no solo en países en constante estado de alerta debido a la guerra, sino también en 100 naciones que proporcionaron datos entre 2010 y 2023.
Así lo revelan las nuevas estimaciones del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), que indican que casi 400 millones de menores de 5 años en todo el mundo sufren regularmente agresiones psicológicas o castigos físicos en el hogar. De estos, aproximadamente 330 millones son castigados por medios físicos.
Paz Lorca, directora de la Escuela de Desarrollo social del Instituto Profesional IACC, cree que “estas cifras son alarmantes, pero no sorprendentes lamentablemente, en el caso de Chile y también de acuerdo con datos de Unicef, se mantiene el nivel de violencia a niños y adolescentes hombres, entorno al 27%, en el caso de las niñas y adolescentes mujeres aumentó de 43% en 2017, a 52% en 2023”.
“Esto responde a una sociedad que tiene graves falencias en cuanto a salud mental y que no entiende el comportamiento de sus hijos o hijas. Tampoco hay una comprensión respecto de los efectos que la violencia puede causar en el cerebro de quienes son maltratados, de hecho, de acuerdo con estudios que se han realizado por parte de especialistas, la violencia impactaría en su desarrollo neurocognitivo, con deficiencias en el área de la cognición social y mayores síntomas de ansiedad”, explicó.
Paz Lorca sostuvo que “el cerebro de los niños y niñas no está completamente desarrollado; a los 5 años, su parte prefrontal y racional aún no ha madurado. Por eso, a veces gritan, pegan y no están preparados para autorregularse. Somos los adultos quienes debemos contribuir a su regulación, enseñarles y comprender que hay instrucciones que todavía no entienden”.
“Si estos niños y niñas, con un cerebro aún en desarrollo, reciben de forma permanente el denominado estrés tóxico, falta de apego o una crianza negligente, su cerebro se desarrolla mucho menos. Si comparamos una radiografía de un niño no expuesto a violencia con la de uno que sí lo está, veremos surcos y espacios en esas áreas. Además, los obligamos a vivir en una alerta permanente, respondiendo al miedo y la ansiedad”, sostuvo.
Por eso la especialista hace una invitación a invertir en educación emocional, a enseñar sobre crianza, “a proteger la salud mental de cuidadores y cuidadoras, para que cuenten con las herramientas adecuadas para convivir con sus hijos e hijas, protegiendo algo tan fundamental como sus derechos”.
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